De niño
solíamos jugar mucho con plastilina, mejor conocida en nuestro medio como
“Masilla” la cual presionábamos contra
algunos moldes que tenían figuras definidas
de animales, personas u objetos y la plastilina se ajustaba
perfectamente, luego la
observábamos por unos minutos y como
niños al fin la volvíamos a deformar para llevarla a otro molde.
Hacíamos
con la masilla todo cuanto se nos antojaba porque una de sus características es
que se amolda con facilidad.
Pero
teníamos otros juguetes rígidos, los cuales vinieron de fábrica con una
característica bien definida poco modificable, así que debíamos utilizarlos
como tal.
En la
actualidad veo que esas cosas siguen pasando, pero ahora no con juguetes, ni
plastilina, ahora lo veo en la juventud.
Generaciones
que van cambiando de tendencias y perfil tan fácil como la masilla, jóvenes con
personalidades temporeras, tratando de agradar al entorno.
Pero la
Biblia dice en Romanos 12:2 NVI
"No se amolden al mundo actual, sino
sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar
cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta."
El Apóstol Pablo nos
dice en este verso, que no seamos tan maleables como la plastilina, porque Dios
nos creó con características definidas, y si respetamos su creación y su
soberana decisión, entonces comprobaremos de qué forma quiere glorificarse en
nuestras vidas, tal cual nos creó.
Sé que esto genera
preguntas: ¿Cómo sé cuál es mi forma? ¿Cómo se para qué fui hecho?
Esas preguntas tienen una
respuesta absoluta; solo buscando en su Palabra “La Biblia” hallaremos la forma
y el para qué fuimos creados.
Tomado del Boletín RKT,edición Febrero 2014