sábado, 16 de marzo de 2013

NO LA DESPERDICIES


En los capítulos finales del libro: "No desperdicies tu vida" del reconocido Pastor John Piper hallé este tituloMi oración: Nadie en el mundo diga la final: “La He Desperdiciadoy me inspiró a escribir estas lineas...

El año pasado (2012) tuve la oportunidad de viajar a Centro América, donde teníamos como agenda pasar unos días en Guatemala, y durante el viaje mi pensamiento era aprovechar cada lugar y cada minuto en ese país, porque no tenía, ni tengo fecha posibles de volver allí, así que me proponía aprovechar al máximo mi estadía.
Recuerdo que los lugareños nos decían: ¿Hay algún lugar que quieran visitar? Pero nuestras respuestas eran tímidas, no queriendo cargar su tiempo o bolsillo en caso de costo y distancia. Aunque siempre quise visitar “Antigua” La ciudad colonial de aquella cuna maya, reconocida por su arquitectura renacentista española y fachadas barrocas, pero no fue posible.
A mi regreso a dominicana, lo primero que me preguntaban era: ¿Y fuiste a Antigua?
Así que mi alegría de lo mucho que aprendí, disfruté y compartí  en Guatemala, se evaporaba al escuchar la frase: “El que no ha ido a Antigua, no ha ido a Guatemala” sentí que había desperdiciado algo y que por el momento no podía remediar.
Pero al pensar en la vida, me doy por enterado que si no aprovecho bien el tiempo (Efesios 5:16) no solo no podré remediar por el momento sino que desperdiciar mi vida tiene un final irremediable (Hebreos 9:27)
Así que ya no me aflige si escucho alguien decir: “El que no tiene a Cristo, no tiene vida” porque tengo vida y tengo a Cristo (1 Juan 5:12), ya que no escatimé esfuerzo cuando me preguntaron si en este mundo quería conocer algo, yo sin demora dije y sigo diciendo: “Quiero conocer a Cristo” y no desperdiciar mi tiempo en esta tierra.
Reflexión:
Vivir en Cristo da la oportunidad de disfrutar el verdadero significado de la vida aquí en la tierra, y mucho más en la vida venidera, pero necesita de nosotros audacia y valor, a la hora de tomar las decisiones y dar los pasos correctos, no segándonos con las cosas de nuestro alrededor, y teniendo el deseo e interés de conocer las cosas ocultas que se conocen a través de Cristo (Jeremías 33.3), acumulando así en el cielo y no en la tierra (Mateo 6:19), a razón de que al final de todo, nadie diga en este mundo, refiriéndose a su vida: “La He Desperdiciado” (Filipenses 3:8)